1958-Ophelia Sus largos cabellos cobrizos languidecían en las silenciosas y tranquilas aguas del río. Su pecho flotaba en el cauce subyugando su alma marmórea y en sus pupilas, las nubes plomizas del cielo corrían los gloriosos escenarios azules donde su pensamiento se ausentaba en lo más remoto. Balanceó su aura en la cuna de la muerte, allí donde apenas se escuchaban los ecos de su existencia.