Lejos de las pinceladas vibrantes de los fabulosos impresionistas del siglo veinte, Bouguerau se mostró perseverante y obcecado con su técnica académica para transmitir su concepto de belleza perfecta. Su principal anhelo fue pintar lo que el ojo humano capta hasta el último detalle más ínfimo; en sus cuadros, por más que corrijamos dioptrías no encontraremos trazos de ninguna pincelada, su fidelidad por el realismo fue tan nítido que se pasaba días completamente entregado al trabajo meticuloso que requiere pintar una escena de alta definición encima de un lienzo en blanco sin dejar rastro del pincel, y además él lo hacía con alegría, trabajaba con afán entusiasta. Los modernistas tacharon su obra de sentimentalista e idealista, no acabaron de encontrar suficiente honestidad en sus preciosistas pinceles, para ellos el concepto de la realidad quedaba enmascarado por la belleza que él perseguía, alcanzaba y luego perpetraba de sus musas y madonas. Para captar el...