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Mostrando entradas de agosto, 2012

GRISES

Cuando íbamos al colegio cada mañana y al regresar después a casa, pasábamos por delante de un instituto que ocupaba la mitad de una manzana. En una de las estudiantiles fachadas del edificio, un día, entreventanas pintaron un grafitti en negros, grises y blancos. Las formas que componían el grafitti se colaban cada mañana por mis infantiles pupilas sin apenas trascendencia, me resultaban extrañas e inentendibles, abstractas y en cierto modo vacías aunque despertaban en mí una cierta curiosidad. Pocos años después, en una clase de historia y ya con la mirada de una adolescente precoz pero no por ello distraída de las clases, el profesor Berastegui, pipa en mano, nos hizo abrir el libro por una página convenientemente ilustrada. Mientras Berastegui nos explicaba el contexto histórico y social de aquél 26 de abril de 1937 ocurrido en Guernica, la gama de negros, grises y blancos del graffiti alcanzaron significativas formas en mi mente, terroríficas, incendiarias, pacíficas, humani

Speranze di Liberta

En qué piensan las estatuas cuando el contraluz enmudece la rúbrica del escultor? Qué peregrina entre élla y el contraluz de un Miguel Ángel borrado de los libros de arte e historia?. Qué nos contaran las estatuas cuando las contemplemos sin prejuicios, cuando seamos capaces de olvidar su nombre? En qué pensaremos cuando sus pupilas tengan forma de corazón? Qué sucederá cuando la ignorancia nos permita hallar algo que jamás se ha escrito?

Bonnie and Clyde

Os acordáis de Clint Eastwod en Million Dollar Baby? Tenía algo. Tal vez la hostilidad sellada en su mirada de tantos golpes recibidos en el ring. Sí, eso tal vez  explicaría por qué hay hombres que no saben realmente quienes son hasta que el vaho de la ducha no empaña por completo sus rostros en el espejo porque realmente, hasta que esto no sucede, no dejan de autodestruir lo que hasta ahora veían reflejado. Ese interés por devaluar lo que uno es interiormente, puede delatar una hostilidad que termina siendo la protagonista de la desdicha que los envuelve. Hay algo intenso, muy intenso que tal vez uno tenga que admitir de sí mismo y en esa aceptación comienza el camino. Hace algún tiempo  me crucé con una mujer que escondía el rostro tras unas gafas oscuras debajo de los fluorescentes del supermercado. Las gafas de sol, siempre he pensado que sirven para reconfortar la mirada bajo una luz excesivamente molesta, para ocultar unas ojeras después de una juerga intempestiva o para